viernes, 3 de julio de 2020

47 Años de la "Huelga General" de la CNT

27 de junio de 2020  - Ante la conmemoración de un nuevo aniversario de la Huelga General de la CNT, reeditamos el artículo que por tal motivo fuera publicado en 2016 cuando se recordaba y homenajeaba simultáneamente el 100 aniversario del nacimiento de “Pepe” D¨Elía.

 

43 Aniversario del Golpe de Estado, la huelga General de la CNT y 100 años del nacimiento del Pepe D`Elía.  -  por Aldo Scarpa

El 27 de junio se cumple fecha del golpe de Estado; el inicio de la peor dictadura, la más sangrienta y oprobiosa que asoló a nuestro país en el siglo XX, y probablemente en toda nuestra historia. Sin embargo, también es un nuevo aniversario de la otra cara, del espíritu democrático y la dignidad del pueblo uruguayo; es decir, de la Huelga General resuelta por la CNT, respuesta firme y radical de la clase obrera y el movimiento popular uruguayo que mediante la paralización del país y la ocupación de los lugares de trabajo y los centros de estudio durante quince días, se transformó en un ejemplo único a nivel internacional como respuesta en defensa de la Democracia y repudio a la Dictadura.

Por cierto, el golpe de estado en Uruguay no fue un hecho aislado, fortuito, ni exclusivamente nacional.  Como está probado por todas las investigaciones históricas serias, la dictadura uruguaya integra una estrategia general para el continente tras la cual se expresa la mano del imperialismo norteamericano.  No fue casualidad que entre los años 50 y 60 del siglo pasado la represión a los pueblos, los golpes de estado y las dictaduras se expandieran por toda América.  Fue el resultado de la convergencia de intereses de las fuerzas más oscurantistas y reaccionarias criollas y la estrategia de EEUU para la región.  Desde las tiranías de viejo cuño y las “nuevas” dictaduras que comenzaron a usurpar el poder a principios de los años sesenta hasta los golpes en Uruguay, Chile, Argentina  en los años setenta, se abre paso el objetivo de detener el creciente protagonismo popular y la profundización de la democracia.

Cuando a principio de los años sesenta se produce el golpe de estado en Brasil la clase obrera uruguaya, en pleno proceso de unificación, define con previsión político social y proyección histórica que los sucesos en Brasil no expresaban exclusivamente cuestiones nacionales sino continentales y que, en este sentido, la democracia en toda Latinoamérica estaba amenazada, incluso en Uruguay.  Coherente con tal definición desde aquellos tempranos años la clase obrera uruguaya decide que ante un golpe de Estado en el país se respondería con la huelga general.  Y así fue.

Cuando se concreta el golpe el 27 de junio de 1973 inmediatamente la CNT decreta y pasa a ejecutar aquella resolución.  Durante quince días se desarrolló la huelga general con ocupación de los lugares de trabajo y los centros de estudio, los cuales eran ocupados y desocupados por las fuerzas represivas e inmediatamente vueltas a ocupar.  El pueblo uruguayo, y en particular la clase obrera y el movimiento estudiantil, pagó con miles y miles de torturados, presos, muertos, desaparecidos y exiliados su amor y fidelidad a la democracia y la libertad y el odio a la tiranía que ya “habían jurado los orientales”, según la expresión artiguista. 

Pero nada fue en vano.  Sería ingenuo pensar que solo con la huelga general podría derrotarse inmediatamente el ponzoñoso régimen promovido por tan poderosas fuerzas “nacionales” y extranjeras.  Sin embargo, la huelga hirió de muerte a la dictadura en su propio nacimiento.  La aisló de apoyo popular e impidió que conquistara adhesión en el pueblo; la dictadura nació aislada, sin apoyo de masas. Elocuente en este sentido fueron las elecciones universitarias realizadas inmediatamente después del golpe en las cuales triunfaron todas las listas gremiales.   O el rotundo fracaso de los intentos de la dictadura por crear un movimiento sindical dócil y subordinado al régimen.   Por el contrario, mientras la CNT resistía en la clandestinidad surgía el PIT, expresión legal y continuidad histórica de aquella.  Y por supuesto, elocuente expresión de este aislamiento, cuando el pueblo fue convocado en 1980 a decidir (sin derecho a expresar y difundir su rechazo a la dictadura), le dijo no a la tiranía.   Nunca la dictadura, ni sus aparatos paramilitares o sus grupos fascistas lograron la adhesión entusiasta de sectores del pueblo; nunca consiguieron organizar, convocar ni movilizar masas.   Y la causa de este aislamiento congénito, de esta orfandad a nivel popular, hay que buscarla en la propia génesis de la dictadura; en el proceso de unificación de los trabajadores y el movimiento popular y en la huelga general.

Una pléyade de compañeros, militantes y dirigentes, forjaron este movimiento sindical.   Crearon y organizaron sindicatos en las condiciones más duras, forjaron la unidad, enfrentaron la represión y la dictadura.    Pagaron caro su fidelidad a los principios.   Vivieron y murieron en condiciones humildes y el anonimato.   Podríamos recordar a compañeros como Enrique Rodríguez o Héctor Rodríguez, desde Pietrarroia y Altesor a Jaime Pérez, Duarte, Cuestas, Gatti o el “ruso” Turiansky que se nos fue hace poco.   Sin embargo, podríamos sintetizar a todos en la persona del “Pepe” D’Elía, símbolo de la unidad y que merecidamente nuestro PIT-CNT conmemoró en estos días los cien años de su nacimiento.

A cien años del nacimiento del “Pepe” D’Elía y a cuarenta y tres de la huelga general, ambos aniversarios se entrelazan indisolublemente: un hito insoslayable en la lucha de la clase por la democracia, la justicia social y su liberación y un hijo genuino de la misma.

ALDO SCARPA MERCANT       -  27 de junio de 2016 -

 

 

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